Frío poeta, que conservas el calor en un verso maldito.
Que matas mi ser cada que puedes y que me revives con un
beso vacío.
Sólo tengo tu ausencia y tus susurros, tal vez un beso que
dejaste en mi hombro desnudo.
Tengo también el recuerdo de una carta que le
escribiste a una de tus putas.
Ya no te quiero haciendo calor en mi cama,
ya no te quiero robando el poco aire que queda en mi
corazón,
ya no te espero junto a un reloj que se detuvo en invierno,
ya ni te extraño cada que abro los ojos.
Ya no necesito que me escribas como nunca lo hiciste.
Ya no espero que me puedas defraudar más.
He podido hacer todo sin ti,
he podido escribir,
he podido beber té de moras,
he podido morirme de calor en la cama de otros hombres.
También he podido besar de nuevo, aunque con los ojos
abiertos y los labios medio secos.
Extraño más el infernal frío que tu calor sudoroso.
Dejé de recordar hace mucho, desde que aprendiste a herirme.
No sé si tú eres más extraño que yo,
Como sea, yo no salgo perdiendo porque nunca diste nada; en
cambio tú,
perdiste aquello que te ofrecí.
Todo mi amor y mis besos, mis piernas ya no son tuyas.
Sé que en tu mente hay muchas putas como para que puedas
recordarme,
sé que te importo sólo cuando te das cuenta que necesitas
amor.
He podido hacer todo sin ti,
he podido escribir,
he podido beber té de moras,
he podido llorar,
he podido reír sin tus chistes,
he podido tejer flores de colores,
he podido sentir la pasión de otros hombres.
Me he cansado de ti pero no de amarte.
[ Anais Ferrer ]